Los sicarios volvieron a atacar. Esta vez mandaron a la tumba a un joven zapatero a quien le dispararon ocho balazos cuando conversaba con un amigo, paradójicamente, a dos cuadras de la sede policial que se encarga de investigar los crímenes en El Porvenir.
Sucedió a las 8 de la noche en la cuadra 21 de la avenida Revolución, en el sector Gran Chimú, hasta donde llegó Frankin Joel Toledo Valverde, de 19 años, para reunirse con algunos amigos de barrio pues él también vive a unas pocas cuadras.
Los atemorizados vecinos contaron, sin querer identificarse por temor a una venganza, que cuando los muchachos conversaban amenamente, apareció a toda velocidad una motocicleta color negro en la que viajaban tres personas.
Dos de ellas bajaron y apretaron una y otra vez el gatillo contra los amigos quienes lograron esconderse en una casa. Frankin Joel Toledo Valverde no tuvo la misma suerte y fue alcanzado por la lluvia de balas que le atravesaron todo el cuerpo.
Una vez que los sicarios escaparon, Wilder Llajaruna Toledo auxilió a su tío y en su taxi lo llevó al hospital EsSalud Víctor Lazarte Echegaray. Pero en el camino, las balas hicieron su trabajo, acabaron con su vida.
“Mi hijo era inocente, trabajaba como perfilador de calzado porque tiene un hijo de 9 meses. Dios se encargará de condenar y castigar al asesino. ¡Ay Dios mío, ya no veré nunca más a mi hijito!”, lamentó Esflorinda Valverde sin dejar de llorar al pie de la puerta de la morgue.
Este crimen, que tiene características de una venganza, se perpetró a dos cuadras de la sede del Departamento de Investigación Criminal Este de El Porvenir, cuyos agentes ahora buscan resolver el caso e identificar a los asesinos. (Satélite)
