(Julcán) Dos vicisitudes en estos últimos días han permito que Julcán se haya incoado por el derrotero de la cultura; y precisamente en este mes de la patria. Esta semana dos hechos superlativos han llamado la atención.
Uno salido en el diario el Correo cuyo título es “Literatura en los andes” en alusión al evento de literatura infantil que vienen desarrollando los jóvenes del V Ciclo de Educación del Alexander Fleming; y el otro la presentación del libro “El patrón del oso” de Wilfredo Hilario Blas; que con pasión indomable por su terruño nos vuelve a sorprender con su tercera producción literaria.
Referente a este último acontecimiento voy hacer una pausa para tratar de pincelar una sucinta opinión no en el aspecto estilístico de fondo y forma o en la estructura textual del criterio semántico, morfológico y sintáctico de esta creación literaria. Sino, en que toda producción textual, pasa por una serie compleja de procesos mentales.
El tan solo hecho de escribir, un informe, una monografía, un ensayo, un cuento o novela; requiere no solo de esfuerzo, sacrificio, dedicación y muchas horas de trabajo, sino también de ingenio, imaginación y creatividad. Sí esto viene adicionado de una publicación; entonces sí que hablamos de un hecho plausible. Wilfredo Hilario deja sin prisa ni pausa el orbe caótico trujillano el cual enfrenta en su diario trajinar; para dedicarse al incomprensible mundo de orfebre de la palabra.
En los siete relatos que constituyen “El patrón del oso” Wilfredo Hilario hace uso de las reminiscencias como instrumentos literarios ineludibles para atrapar lo inasible, que desde niño perseguía cavilando que algún día ese aspecto onírico se tornase en materialización evidente. ¡Y sí, que lo está logrando!
Los relatos o anécdotas de esta obra lo erigen a Wilfredo Hilario como un inexorable apologista de la identidad andina. Narraciones en donde los flancos entre lo vivido y lo recorrido de las costumbres se amalgaman, para abrir paso a la voz quizá silente de costumbrista ignoto; pero con el temple de julcanero; no escatima irreverencias para decirlo todo o mejor dicho escribirlo todo.
Protagonista o no de los hechos, nos esboza lo vivencial de la celebración de la fiesta patronal en honor a San Juan Bautista, cuyo relato lleva el nombre de la obra. A ello se suma la propuesta toponímica de los “Alfalfares” para fusionarse con la idiosincrasia sutil del poblador julcanero en “Como tú”, “Una desgracia” o “Los compadres” y finalmente finiquita con un llamado de atención y reflexión al rol de la educación que viene cumpliendo en esta provincia con los relatos de “El Profesor de Arancibia”, que evidentemente es la historia de un docente del colegio San Juan Bautista, y la fábula picaresca “La perdiz y el zorro”.
El patrón del oso, es una obra que no debe faltar en las bibliotecas escolares. Una obra que nos hace encontrarnos con nosotros mismos. Una introspección con el Julcán de antaño, de hoy, y de siempre. (E.B. OBLITAS).