Francisco celebró misa en plaza de San Pedro. Fieles asistieron a Eucaristía durante la que el papa confirmó a 44 jóvenes, elegidos de diócesis de varios continentes.
El papa Francisco confirmó a 44 jóvenes y les animó a ellos y a todos a que defiendan los grandes ideales y a apostar por las cosas grandes, “no hemos sido elegidos por el Señor para cosas pequeñas, sino grandes”, durante la homilía de la misa celebrada en la Plaza de San Pedro.
El Pontífice argentino celebró una solemne misa en la plaza de San Pedro, completamente llena de fieles que asistieron a la Eucaristía durante la que el papa confirmó a 44 jóvenes, elegidos de diócesis de varios continentes.
Cuando Francisco hizo su entrada en la Plaza de San Pedro, apoyado en el báculo de Juan Pablo II, fue aclamado por miles de jóvenes de todo el mundo que aguardaban desde primeras horas de la mañana su llegada.
El papa dio un beso en cada mejilla al dar la confirmación a los jóvenes.
Durante la homilía se dirigió a los jóvenes y les dijo que “la novedad de Dios no se asemeja a las novedades mundanas, que son todas provisionales, pasan y siempre se busca algo más. La novedad que Dios ofrece a nuestra vida es definitiva”.
Les invitó a que la acción continua de Dios les haga hombres y mujeres nuevos, animados por el amor de Dios, que el Espíritu Santo les concede.
“Qué hermoso si cada noche, pudiésemos decir: hoy en la escuela, en casa, en el trabajo, guiado por Dios, he realizado un gesto de amor hacia un compañero, mis padres, un anciano”, aseveró.
Explicó que el camino del cristiano no es siempre fácil, se encuentran dificultades, tribulaciones.
“Pero las dificultades, las tribulaciones, forman parte del camino para llegar a la gloria de Dios, como para Jesús, que ha sido glorificado en la Cruz; las encontraremos siempre en la vida”.
El papa Francisco invitó a los católicos a permanecer estables en el camino de la fe con una firme esperanza en el Señor.
“Aquí está el secreto de nuestro camino. Él nos da el valor para caminar contra corriente (…) sobre todo si nos sentimos pobres, débiles, pecadores, porque Dios fortalece nuestra debilidad, enriquece nuestra pobreza, convierte nuestro pecado. Confiemos en la acción de Dios”.
Y concluyó “abramos de par en par la puerta de nuestra vida a la novedad de Dios que nos concede el Espíritu Santo, para que nos transforme, nos fortalezca en la tribulación, refuerce nuestra unión con el Señor, nuestro permanecer firmes en Él: ésta será una alegría auténtica”. (EFE)