Durante los últimos meses, las dos principales potencias económicas del mundo han sumado nuevos agravios y acusaciones a su ya compleja relación.
Las fricciones evidentes fueron resumidas el pasado fin de semana por el ministro de Relaciones Exteriores de China, Wang Yi, quien dijo que algunas “fuerzas políticas” estadounidenses están empujando a ambos países “al borde de una nueva Guerra Fría”.
El funcionario señaló que las “conspiraciones y mentiras” sobre el covid-19 que se difunden desde Estados Unidos están aumentando preocupantemente las tensiones entre ambas naciones.
Apuntó que EE.UU. estaba infectado por un “virus político” que lleva a usar “todas las oportunidades para atacar y desprestigiar a China”.
Washington ha hecho duras acusaciones contra Pekín, en relación con el manejo de la pandemia del nuevo coronavirus. Sin embargo, los puntos de fricción entre ambos países van mucho más allá.
Hong Kong:
La semana pasada, la Asamblea Nacional Popular (Parlamento) de China anunció su intención de aprobar una nueva ley de seguridad para Hong Kong que busca castigar “la sedición, la secesión, el terrorismo, la subversión, la injerencia extranjera o cualquier acto que ponga en peligro la seguridad nacional”.
Entre las novedades que acompañarían a la nueva norma -de ser aprobada- se señaló la posibilidad de que los cuerpos de seguridad de Pekín establezcan sus sedes en ese territorio semiautónomo.
La iniciativa encendió las alarmas entre los activistas prodemocracia de Hong Kong, quienes temen perder derechos, incluyendo la libertad de expresión y el derecho a la protesta.
Hong Kong fue una colonia británica hasta 1997, cuando fue devuelto a China bajo un acuerdo que contemplaba cierta autonomía para ese territorio gracias una Ley Básica (una mini Constitución), así como la aplicación del principio de “un país, dos sistemas”.
Gracias a ello, los habitantes de Hong Kong disponen de libertad de reunión y de expresión, un sistema judicial independiente, así como ciertos derechos democráticos que no están garantizados en otras partes de China.
Tras conocerse la iniciativa de Pekín, el gobierno de Estados Unidos amenazó con tomar medidas si la autonomía limitada de Hong Kong es vulnerada.
El secretario de Estado de EE.UU., Mike Pompeo, se refirió concretamente a la posibilidad de revocar el estatus comercial especial que Washington le confiere a Hong Kong y del cual Pekín también obtiene beneficios.
Este viernes, el presidente Donald Trump disipó las dudas y anunció que su país acabará con el trato preferencial que dispensa a Hong Kong.
“China ha reemplazado un país, dos sistemas por un país, un sistema”, dijo Trump este viernes en la Casa Blanca en referencia a la autonomía del territorio.
Si EE.UU. da este paso, Hong Kong sería tratado de la misma manera que China en cuestiones comerciales y de otro tipo, lo que podría poner en riesgo un comercio por valor de miles de millones de dólares y disuadir a inversores de apostar por esa región.
Líneas aéreas:
Un nuevo tema de confrontación entre Washington y Pekín tiene que ver con la normalización del transporte aéreo tras el paro forzoso causado por la pandemia.
La semana pasada, las autoridades estadounidenses acusaron a China de “hacer imposible” que las aerolíneas estadounidenses operen entre ambos países.
El departamento de Transporte estadounidense (DOT, por sus siglas en inglés) se refería concretamente a las dificultades que enfrentan United Airlines y Delta Airlines para retomar sus vuelos hacia China.
Ambas compañías dejaron de volar hacia ese país a mediados de febrero y ahora han hecho la solicitud ante la Administración de Aviación Civil de China (CAAC, por sus siglas en inglés) para reanudar actividades a partir de junio.
Sin embargo, se han tropezado con el problema de que la CAAC -con el argumento de evitar la llegada de casos importados de covid-19- estableció que todas las aerolíneas deberán usar hasta próximo aviso los mismos itinerarios que tenían durante la semana del 16 al 22 de marzo.
En la práctica, esa norma implicaría que las dos empresas estadounidenses no podrán volar a China pues para esas fechas ya habían cesado sus operaciones.
Huawei sin chips:
El departamento de Comercio de EE.UU. anunció que exigirá que los fabricantes extranjeros de chips y semiconductores que usen software o tecnología estadounidense para fabricar productos que venden luego a Huawei deberán solicitar antes una licencia para hacerlo.
Para sortear las medidas anteriores aprobadas por Washington, la empresa china estaba recurriendo a compañías no estadounidenses para obtener los componentes que Washington le negaba.
El departamento de Comercio de EE.UU. anunció que exigirá que los fabricantes extranjeros de chips y semiconductores que usen software o tecnología estadounidense para fabricar productos que venden luego a Huawei deberán solicitar antes una licencia para hacerlo.
Para sortear las medidas anteriores aprobadas por Washington, la empresa china estaba recurriendo a compañías no estadounidenses para obtener los componentes que Washington le negaba.
“Debemos cambiar nuestras reglas, explotadas por Huawei y HiSilicon -su filial de semiconductores- para impedir que la tecnología americana sirva a actividades malignas contrarias a los intereses de seguridad nacional de EE.UU. y su política exterior”, dijo el secretario de Comercio de EE.UU., William Ross al justificar la nueva restricción.
El ministerio de Exteriores de China, por su parte, afirmó que estas medidas de EE.UU. no solamente dañan los intereses legítimos de las compañías chinas, sino que además causarán daños a la cadena industrial y de suministros global.
El origen de la pandemia y la OMS:
A medida que la crisis de covid-19 dejó de parecer como un problema de salud confinado a China y se convirtió en una pandemia global, las relaciones entre Washington y Pekín comenzaron a mostrar nuevas grietas al respecto.
Donald Trump, quien inicialmente había alabado los esfuerzos realizados por el gobierno de su homólogo Xi Jinping, comenzó a adoptar una postura más dura y crítica.
El mandatario estadounidense comenzó refiriéndose al “virus chino” y terminó criticando en términos muy duros a Pekín, acusándola de incompetente, criticando su falta de transparencia e insinuando que pudo haber intentado encubrir la verdadera dimensión de la enfermedad. El mandatario incluso se hizo eco de los señalamientos no comprobados de que el virus había surgido en un laboratorio de Wuhan.
Trump, de hecho, anunció que suspendería el financiamiento de su país a la OMS y, luego, incluso amenazó con retirarse por completo de la organización.
¿La respuesta de China? Prometió entregar a la OMS unos US$2.000 millones adicionales para responder a la pandemia. (BBC Mundo)