La Justicia francesa condenó hoy a la portuguesa Rosa María Da Cruz a cinco años de prisión, tres de ellos exentos de cumplimiento, por haber ocultado a su bebé durante casi dos años en un maletero y en el sótano de su vivienda.
La sentencia, que la condenada no recurrirá, también retira a Da Cruz la patria potestad de Séréna, hoy con casi 7 años, y permite que la pequeña pueda ser legalmente adoptada por la familia que actualmente la acoge.
El veredicto pone de momento punto y final a un caso que ha conmocionado a la opinión pública francesa y que comenzó en 2013, cuando la bebé fue descubierta entre excrementos por unos mecánicos de Terrasson Lavilledieu (centro de Francia) cuando tenía 23 meses.
La inmigrante portuguesa, de 50 años, había ocultado de todo el mundo a su hija tras haberla dado a luz en solitario y clandestinamente al término de un embarazo del que nadie se percató, ni siquiera su marido y padre de la niña, el portugués Domingos Sampaio Alves, quien se libró de ir al banquillo de los acusados.
La abogacía general había solicitado al Tribunal de Tulle (centro) que la condenara a ocho años.
Da Cruz fue juzgada por «actos de violencia causantes de una mutilación o una discapacidad permanente a un menor de 15 años», debido a que Séréna padece un autismo severo que solo le permite emitir sonidos asociados a la falta de cuidados durante la primera infancia.
Después de pronunciar el veredicto, el presidente del Tribunal explicó que la pena ha contemplado la situación de la condenada, quien tiene otros tres hijos de 9, 14 y 15 años, de los que sí se ocupó correctamente.
«La Corte ha querido tener en cuenta su recorrido. Esta decisión seguramente va a decepcionar a muchas partes», señaló el presidente, según la emisora «France Info».
Durante el mediático juicio, Da Cruz aseguró que no sabe qué la llevó a mantener en vida a su bebé, quien logró sobrevivir contra todo pronóstico a pesar de la escasez de agua y alimentos y del entorno pestilente del que estaba rodeada.
«Ella tenía que seguir viva. No consigo explicarlo», dijo durante el proceso la ama de casa portuguesa, a la que su defensa atribuyó un cuadro de negación del embarazo.
Alves, padre de Séréna y marido de Da Cruz, defendió a su esposa y aseveró que es una buena madre, una versión ratificada por la familia de la condenada.
«Ella no debería haber hecho eso, pero no lo hizo para hacerle daño a la niña, si no, la habría matado. Ella ama a la pequeña», comentó Alves. EFE