Termina el domingo y un grupo de mujeres del distrito de Casa Grande ha planificado una serie de actividades para la semana. Ellas desde hace unos años trabajan en las ya conocidas cruzadas de solidaridad para atender a decenas de personas pobres que requieren ayuda.
Esta vez el punto de encuentro fue la casa de doña Doraliza Torres de Julca. Allí encontramos a Patricia Mariños de Navarro que lidera la asociación y conoce más que cualquiera la necesidad de mucha gente que espera con ansias un paquete de víveres, un tratamiento médico y hasta un poco de cariño.
Entusiasmadas nos dicen que en los siguientes días canalizarán la ayuda para una anciana de Roma que requiere urgente de un andador porque hace poco la operaron de la cadera. “Otro casito que veremos es del niñito Jeremy Luna Yupanqui que vive con su mamá en el Asentamiento Humano 17 de Marzo, y que padece de leucemia”, nos cuentan.
Nos bastó menos de una hora para conocer su trabajo y sentir las ganas que le ponen a su tarea.
Hablar con la lideresa, Patricia Mariños de Navarro, resultó doblemente gratificante: No siempre se escucha en el valle, esas historias de emprendimientos impulsados por la solidaridad.
“El trajinar en esta labor también nos ha mostrado que muchas veces nuestros hermanos necesitados no sólo esperan una ayuda, también esperan una oportunidad para insertarse en una actividad que les genere alguno soles”, dice la presidenta y fundadora del Comité de Damas.
La fundadora del Comité de Damas de Casa Grande habilitó hace unos meses un taller de confecciones textiles y se ha propuesto impulsar el negocio para generar puestos de trabajo, respaldar sus cruzadas y proveer nuestros productos con precios módicos.
“Nos es reconfortante estar al servicio de la población y resulta un gran reto hacer empresa pensando en ayudar a nuestro prójimo”, agrega la señora Patricia que además es esposa del alcalde distrital, Alejandro Navarro Fernández, su principal aliado.
El taller funciona con cuatro máquinas industriales de última generación, fueron una donación familiar y desde hace unas semanas producen decenas de lotes de prendas para atender diversos centros educativos de la localidad.
De acuerdo a lo planeado, la unidad de producción requiere de la mano de obra de cuatro maquinistas, una diseñadora, dos habilitadores, un estampador y un guardián, dependiendo la demanda. “La idea es incluir a la mayoría de nuestros hermanos identificados por el Comité de Damas. Como se dice popularmente: evaluando las condiciones de cada caso, no sólo vamos a regalarles el pescado sino que también vamos a enseñarles a pescar”, sostiene.
Conociendo estas experiencias, las oficinas de desarrollo económico local de las municipalidades tienen la encomiable tarea de impulsar una serie de capacitaciones a la población con tópicos productivos y formalización empresarial.